Es innegable que los muffins y los cupcakes están cada día más de moda. Las revistas nos muestras en numerosas ocasiones un abanico enorme de nuevos locales, dedicados en exclusiva a estos productos, que son a cual más lindo, decorados con un encanto especial, muy románticos en su mayoría, en los que prima el color blanco del mobiliario, seguro que para que la nota de color y alegría la pongan la gran variedad de cupcakes en ellos expuestos.
Estos maravillosos pasteles se hicieron más famosos aún con la aparición en la película Sexo en Nueva York, cuando una escena transcurrió en un reconocidísimo local llamado Magnolia Bakery. Yo he estado en un local pequeñito esta Semana Santa en Buenos Aires, y os puedo asegurar que emanaba encanto por todos sus costados. Y no digamos nada del aroma que allí se respiraba... Además, como os digo, con un gran colorido en sus vitrinas y mostradores, con unos pastelillos que parecían verdaderas obras de arte, y que estaban diciendo a gritos: ¡¡Cóooooomeme!!.
Como no me podía decidir ante tanta variedad, acabé comprándome un muffin. Pero no un muffin cualquiera, no. Era el muffin más grande que ví en toda mi vida!!!. Era de chocolate, con trozos de chocolate encima que lo hacían altísimo, y por si ya fueran pocas las calorías así, estaba relleno de dulce de leche....Nada, lo que os podéis imaginar, un simple bocadito para matar el gusanillo...jaja. De recuerdo me llevé la taza que os muestro (una más para mi colección), en la que aparece el logotipo del establecimiento.
Y como broche final de esta entrada, os muestro un cuadrito (hacía mucho que no os enseñaba ninguno), con una niña dispuesta a atacar una de esas delicatessen.
Espero no haber abierto mucho vuestro apetito....
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